Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, si formó a su propia madre; y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.
Pues, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero ella es Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios.
Es hermoso repetir que "la madre de Dios es también madre nuestra". El propio Jesús nos dio a su Madre santísima como madre nuestra. Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.
El título de "Madre de Dios" es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos, cualidades y privilegios que Ella tiene.
El nombre más generalizado con el que los cristianos llamamos a la Virgen es el de "María , Madre de Dios".
En esta solemnidad la miramos a Ella, María, la madre de Jesús, la Madre de Dios. Mirar a María no cansa, la belleza no cansa. Siempre aprendemos cosas mirándola a ella. Pidamos a María que nos ayude a hacer silencio, a meditar, a contemplar el misterio de Dios hecho hombre.
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