Con este blog se pretende tener un contacto sincero con Dios y los hermanos. Daros puntos de reflexión, oración e información. Un vehículo humilde de extensión de nuestra fe, a la vez que un modo de conocernos mejor y acercar nuestras parroquias a vuestros hogares, a vuestra vida. Este blog interparroquial está abierto a todos vosotros, con el único fin de crecer en el seguimiento de Jesús.

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Una Cuaresma llena de Misericordia

Con el “Miércoles de ceniza” se inicia la Cuaresma, ocasión propicia para mejorar nuestra vida. Comenzamos el camino cuaresmal con la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas. Con este gesto, queremos reconocernos pequeños, pecadores, necesitados del perdón y del don de la conversión. Lo hacemos con esperanza, porque sabemos que el amor y el perdón de nuestro Padre son siempre mayores que nuestro pecado y nuestros fracasos. Con Él siempre podemos empezar de nuevo. El Señor nos propone vivir estos cuarenta días como un tiempo de gracia, de conversión, y de responsabilidad, de manera que cuando lleguemos a la Pascua, podamos experimentar con gozo una auténtica renovación de nuestra fe y de nuestras actitudes.
Pero llegar a la conversión supone, realmente, un reto ambicioso y profundo. Muchas veces, el sistema nos empuja a vivir recluidos en nuestro egoísmo, a cerrar los ojos frente a las necesidades del prójimo, pensando sólo en lo nuestro, ¡bastante tenemos con nuestros problemas para hacernos cargo de los de los demás!; y sin embargo, esto no es cristiano. 
La conversión durante esta Cuaresma busca hacer frente a la indiferencia en la que caemos casi sin darnos cuenta. Ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás, no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien.
Indiferencia que no se da sólo con el prójimo, sino también con Dios mismo; somos muchas veces bastante más indiferentes con Dios que con el prójimo, y precisamente la Cuaresma es la ocasión propicia para poner remedio a esa ceguera y a esa dureza de corazón.
La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia.
Dejarnos amar por Jesús, recibir de Él la fuerza para darnos a los demás supone entonces primero empaparnos de su Palabra y recibirlo en la Comunión, sólo de esa forma podremos llegar hasta él y darnos generosamente al hermano. Debemos llenarnos de su "Misericordia".


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